Los embalajes ecológicos, diseñados para ser biodegradables o reciclables, ofrecen una alternativa frente al uso de los plásticos convencionales. Además de ayudar a reducir la huella de carbono, estos embalajes verdes permiten el florecimiento de una economía circular que beneficia a todas las personas involucradas.
Hay una realidad inquietante: la gran mayoría de las toneladas de plástico que terminan en vertederos y océanos cada año provienen de envases desechables. Embalajes para comidas, botellas de bebidas y envoltorios plásticos de diversos productos representan el grueso de nuestros desechos plásticos.
Ante esta realidad, la adopción de embalajes ecológicos se presenta no solo como una opción, sino como una necesidad urgente. Afortunadamente, hoy existe una amplia gama de alternativas sostenibles al plástico convencional.
Tipos de embalajes ecológicos
El primer tipo de embalaje ecológico disponible es un clásico, injustamente venido a menos al ser desplazado por el plástico: el cartón. Este material está mayormente constituido por fibras de celulosa, que provienen de la madera, que pueden separarse y reutilizarse para crear nuevo cartón o papel. Adicionalmente, dichas fibras son biodegradables y no tóxicas, lo que facilita su procesamiento y reutilización.
Otro tipo de embalaje sostenible es el elaborado con bioplásticos biodegradables, los cuales se descomponen por la acción de microorganismos bajo condiciones específicas. En otras palabras, son materiales digeribles por bacterias o hongos, transformando en ese proceso su estructura molecular compleja en otras más simples. Estos bioplásticos pueden ser tanto de origen biológico o fósil (petróleo o gas), y requieren del compostaje industrial o del contacto con el suelo o el agua para que ocurra su descomposición.
Por último, hay otro tipo de embalaje ecológico fabricado a partir de materias primas renovables, como almidón de maíz, caña de azúcar, celulosa o incluso residuos agrícolas. Dichos materiales no se consideran bioplásticos, ya que su estructura molecular está basada en carbohidratos complejos. Mediante un compostaje industrial o semiindustrial, estos pueden transformarse en abono o reutilizarse.
Los embalajes ecológicos y la economía circular
A primera vista, resalta las ventajas del empleo de los embalajes ecológicos: generan menos residuos y emisiones, reduciendo la huella de carbono. Pero al optar por ello no solo se beneficia al planeta, sino que también puede ser una decisión inteligente para las empresas.
Son muchos los consumidores que cada vez están más concienciados con la sostenibilidad ambiental, y por ello, aprecian a las marcas que adoptan prácticas sostenibles. Luego, las empresas que apuestan por la sostenibilidad ganan credibilidad y confianza entre sus clientes. Y ello significa mayor fidelización con los productos que presentan embalajes ecológicos.
Los embalajes sostenibles están frecuentemente diseñados con principios de economía circular en mente. Son productos que al final de su vida útil pueden ser reciclados o reutilizados, generando un ciclo que permite que los recursos sean reaprovechados. Con esto se reduce al mínimo la generación de residuos y la necesidad de extraer nuevas materias primas.
Adicionalmente, la economía circular facilita la generación de nuevas posibilidades laborales en áreas como la administración de desechos, el reciclaje, la reparación y la reconstrucción. Estos trabajos generalmente son más locales y sostenibles, favoreciendo así el crecimiento de las comunidades.
Los embalajes ecológicos y el consumidor común
El plástico está tan omnipresente en la vida del consumidor común, que parece imposible que nuestra economía cotidiana funcione sin dicho material. Sin embargo, como ya viste, es factible sustituir parte del plástico en la fabricación de los envases. Pero ello requiere un cambio en los hábitos de los consumidores.
Entonces, el consumidor común puede iniciar una revolución prefiriendo los envases ecológicos sobre los plásticos. Un paso no estaría completo si no se le da el tratamiento adecuado al envase, luego de su uso. Es decir, debemos evitar la costumbre de usar y botar, sin dar un manejo adecuado a nuestros desechos.
En fin, los embalajes ecológicos son una alternativa viable y necesaria al plástico convencional. Su adopción masiva requiere un esfuerzo conjunto de empresas, consumidores y administraciones públicas. Pero, sin duda, el resultado valdrá la pena: un planeta más limpio y un futuro más sostenible para todos.
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