Estábamos casi convencidos. Convencidos de que por fin, habíamos encontrado una alternativa segura y también sostenible al plástico que todos conocemos. El plástico derivado del petróleo. Pero todo parece indicar que esa esperanza se está desquebrajando por momentos.
¿Qué es un bioplástico a base de almidón?
Así es. Los bioplásticos a base de almidón tienen problemas similares o casi iguales a los del plástico “de toda la vida”. Aunque es cierto que se presentaron como si fueran una solución al enorme problema de las bolsas de plástico, hay un estudio que muestra cómo estos plásticos pueden ser no tan “buenos y bonitos” como se pensaba.
Los bioplásticos a base de almidón son derivados de materiales como la fécula de patata. Estos materiales se usaron al principio en bolsas biodegradables. Sin embargo, la auténtica revolución de esta familia de productos empezó cuando se introdujo también en envases para comida o incluso elementos médicos.
El problema está en un estudio reciente que ha sido publicado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry. Este estudio ha revelado un detalle sobre los bioplásticos a base de almidón. Según los investigadores, aquellos animales que por error consumen partículas de este material pueden llegar a tener daño hepático o desequilibrios en la microbiota intestinal. Así, parece que no son tan seguros como todos llegamos a creer en algún momento.
El impacto en la salud: lo que descubrieron los investigadores
Los investigadores realizaron un experimento con ratones. Los dividieron en un total de tres grupos: los que consumieron comida normal, un grupo control, y los que consumieron comida que tenía este tipo de bioplástico. Consumieron dosis tanto bajas como altas.
Los resultados fueron alarmantes. Aquellos ratones que comieron dosis altas de bioplásticos tenían daños en órganos como hígado y ovarios, o incluso alteraciones en la glucosa y en las vías genéticas. Estos investigadores también han visto que su exposición a dosis bajas de bioplásticos a base de almidón puede causar alteraciones en ritmos circadianos o desequilibrios en glucosa y lípidos.
¿Deberíamos preocuparnos por estos impactantes resultados?
No es tan fácil de contestar a esta pregunta. Es cierto que nadie lo esperaba y que los resultados de este estudio son bastante preocupantes, pero es importante decir que esta investigación todavía está “en pañales”. Es decir, está en las primeras fases de un estudio que puede durar años. Por tanto, los resultados son solo preliminares. Aunque los resultados que se han visto en ratones son graves, en exceso tampoco son leves si no se consume mucho. Sin embargo, no se han hecho estudios en humanos, por lo que es muy pronto para poder dar una alarma sobre este tipo de bioplásticos.
Este estudio, más allá de sus resultados, nos recuerda que como suele pasar en la mayoría de las cosas, esa vuelta a los orígenes es la solución. No hace tanto, cuando el plástico no invadía nuestras calles, nuestras abuelas usaban las bolsas de papel o los carros para llevar sus productos. Esa es la alternativa. Aunque los bioplásticos a base de almidón ofrecen muchas promesas como alternativa al plástico convencional, aún queda mucho por investigar, regular y desarrollar para poder decir un veredicto final sobre si estos bioplásticos son un problema o no.
Sea como sea, a medida que el mundo sigue avanzando hacia otras alternativas más sostenibles que el tan citado plástico, es importante seguir investigando y nunca apresurarse ni adoptar soluciones sin antes hacer las investigaciones necesarias. A priori, todo parece indicar que ese bioplástico de almidón de maíz no es tan inofensivo como parecía. Este estudio nos recuerda que la innovación ha de ir de la mano de una evaluación intensiva para no caer en los mismos problemas de siempre.