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Home Tecnología

Refrigeración por inmersión en centros de datos: eficiencia y sostenibilidad

by David Pérez
5 de julio de 2025
in Tecnología
Refrigeración por inmersión en centros de datos

Refrigeración por inmersión en centros de datos

Hablar de refrigeración por inmersión en centros de datos es hablar de un cambio de paradigma. ¿Quién hubiera pensado hace una década que sería posible sumergir servidores enteros en líquidos especiales para mantenerlos frescos? La premisa puede sonar disruptiva, pero su base es sencilla: el equipo informático se introduce en un baño de fluidos dieléctricos que absorben mejor el calor que el aire tradicional. El resultado es que la transferencia térmica se vuelve mucho más eficaz y el ruido de ventiladores queda en el pasado. De hecho, los primeros prototipos surgieron a principios de los años 2000, pero el salto de la experimentación a la adopción industrial ha tardado, frenado por la duda sobre la compatibilidad de componentes y el coste inicial. Ahora, las grandes tecnológicas han puesto la mirada en esta tecnología porque, en la práctica, está ayudando a eliminar puntos calientes y reducir el desgaste de hardware.

Lo interesante de todo esto es cómo la refrigeración por inmersión ha ido ganando peso en el debate sobre eficiencia energética en los centros de datos. Al disipar el calor de forma mucho más directa, este sistema puede reducir el consumo eléctrico hasta en un 40% en climatización, algo que no pasa desapercibido en un sector siempre en busca de optimizar costes y reducir emisiones. Hay voces que afirman que esta técnica será clave para lograr entornos más sostenibles, a la altura de las demandas actuales de digitalización y responsabilidad ambiental. Aunque aún persisten barreras, sobre todo normativas y de inversión inicial, la sensación general es que el desarrollo tecnológico está volviendo el proceso cada vez más rentable y adaptable. ¿Llegarán a convertirse estos baños líquidos en la norma para el futuro de los centros de datos? Todavía no hay consenso, pero el interés no para de crecer.

Beneficios de la refrigeración por inmersión en centros de datos

Parece fuera de lo común imaginar servidores sumergidos en líquido, pero lo cierto es que esta técnica está empezando a transformar la industria de los centros de datos. Entre los beneficios de la refrigeración por inmersión destaca su capacidad para disipar el calor de manera mucho más eficiente que los sistemas tradicionales basados en aire. Según diversos análisis, permite mantener temperaturas de operación más estables, algo crítico en instalaciones que albergan equipamiento de alta densidad. Al eliminar la necesidad de grandes sistemas de climatización, se simplifica la infraestructura y se abre la puerta a un diseño más compacto.

El ahorro energético es otra de las ventajas clave: ¿sabías que el consumo asociado a la climatización puede llegar a representar la mitad del uso total de un centro de datos? Con la inmersión, ese porcentaje se desploma, ya que los fluidos empleados —dieléctricos y especialmente desarrollados— son mucho más eficientes para transferir el calor. Esto se traduce también en una reducción significativa de la huella de carbono, algo que muchos operadores ya están buscando para cumplir sus objetivos de sostenibilidad. Hay empresas punteras citadas en estudios recientes que han conseguido recortar hasta un 45% el consumo de energía en refrigeración adoptando este enfoque; no todo el sector lo logra al mismo nivel, pero la tendencia es innegable.

Y si hablamos de capacidad, aquí hay otro argumento de peso: la refrigeración por inmersión permite aumentar la densidad de potencia de los racks sin miedo a sobrecalentamientos, algo fundamental en un mundo donde el cómputo crece sin parar. De hecho, algunos expertos apuntan que esta tecnología será clave para poder alojar procesadores cada vez más potentes en espacios limitados, además de facilitar el despliegue en regiones donde las temperaturas exteriores complicarían otros métodos de enfriamiento. Puede que aún existan dudas sobre la viabilidad a gran escala o la inversión inicial, pero el consenso es claro: la sostenibilidad y el ahorro energético que ofrece esta solución la están poniendo en el radar de gigantes tecnológicos y startups por igual.

Implementación de la refrigeración por inmersión: monofásica vs. bifásica

La refrigeración por inmersión monofásica y la bifásica comparten una misma misión: disipar el calor extremo de los centros de datos sumergiendo los componentes en líquidos especiales. Pero el modo en que lo hacen varía bastante. En el modelo monofásico, el líquido dieléctrico absorbe el calor pero no cambia de estado, solo circula mediante bombas o convección natural, manteniéndose siempre en forma líquida. En cambio, el sistema bifásico lleva la física al siguiente nivel: el líquido hierve al contactar con los chips, se transforma en vapor y después se condensa para volver al tanque, perpetuando el ciclo sin necesidad de bombeo adicional.

¿Dónde está la gracia de cada método? Pues en los matices. La monofásica destaca por su sencillez: menos piezas móviles, menos complicaciones, y una enorme estabilidad térmica. Sin embargo, puede requerir un mayor mantenimiento del líquido y, al no aprovechar el cambio de estado, suele ser menos eficiente en disipar calor de alta densidad. La bifásica, por su parte, presume de eficiencia energética y espacio: al evaporar el líquido, logra extraer más calor por unidad de área, lo que resulta ideal para servidores hipercompactos. Eso sí, la tecnología es más compleja, tanto en materiales como en mantenimiento, y todavía queda debate sobre los costes a largo plazo y la potencial degradación de algunos fluídos.

¿Un caso donde la monofásica suele ganar? Centros de datos tradicionales que buscan reducir consumo energético y riesgo operativo sin grandes saltos tecnológicos. Las grandes compañías que quieren actualizarse sin arriesgarse demasiado a lo desconocido suelen apostar por este modelo. Sin embargo, hay ejemplos recientes como experimentos de Microsoft o proyectos de hyperscalers asiáticos donde la bifásica demuestra su valor en racks ultradensos y climas extremos. Quizás, como señalan especialistas en refrigeración, la clave no está solo en elegir un sistema u otro, sino en adaptar la tecnología a la realidad —y presupuesto— de cada centro de datos.

Casos de éxito en la adopción de la refrigeración por inmersión

Si hablamos de casos de éxito de refrigeración por inmersión, Microsoft es uno de los nombres que no pueden faltar en la conversación. La compañía ha dado pasos de gigante en España con un ambicioso objetivo: desarrollar centros de datos que no consuman agua, algo que hasta hace muy poco parecía poco menos que ciencia ficción. El enfoque de Microsoft es utilizar tanques cerrados con fluidos dieléctricos, prescindiendo totalmente del tradicional enfriamiento por agua. Así, logran una eficiencia energética sobresaliente y, además, eliminan la huella hídrica del proceso de refrigeración, lo que cobra aún más relevancia en un contexto donde la sequía y el estrés hídrico son protagonistas cada verano.

Un ejemplo diferente y, la verdad, bastante interesante es el de Gigabyte y su colaboración con KDDI en Japón. Aquí, la premisa es llevar la eficiencia a otro nivel en grandes centros de datos, donde el consumo energético está disparado. La alianza se materializó en soluciones modulares que pueden adaptar la refrigeración por inmersión tanto a pequeñas instalaciones como a complejos de supercomputación. Gigabyte no se ha limitado a experimentar: han desplegado sistemas que permiten disipar el calor incluso en los climas más adversos, demostrando que esta tecnología no es solo cosa de laboratorios.

Hay quienes sostienen que la refrigeración por inmersión todavía tiene retos pendientes, sobre todo en cuestiones de mantenimiento y escalabilidad. Sin embargo, lo que cuentan desde Microsoft y Gigabyte es otra historia: hablan de reducciones drásticas de consumo eléctrico y una prolongación apreciable en la vida útil de los equipos. Curiosamente, algunos expertos citados por los medios reconocen que aún es pronto para saber si será el estándar dominante, pero viendo estos avances, ¿quién se atreve a descartarlo del todo?

Desafíos y consideraciones en la implementación de la refrigeración por inmersión

Implantar la refrigeración por inmersión en centros de datos no es algo que se haga de la noche a la mañana. El primer gran escollo es la compatibilidad del hardware: no todos los servidores ni componentes reaccionan igual ante los fluidos dieléctricos, y muchos fabricantes todavía no certifican oficialmente la operación de sus equipos en estos entornos. A esto hay que sumarle los costes iniciales, que pueden ser bastante elevados —el diseño personalizado de tanques y el propio líquido representan partidas nada despreciables—. La verdad es que muchas empresas medianas se lo piensan dos veces antes de dar el salto.

Los riesgos de la refrigeración por inmersión tampoco son menores. Aunque reduce de forma radical el sobrecalentamiento y la huella de carbono, hay consideraciones en la implementación que suelen pasarse por alto: desde el mantenimiento especializado del fluido hasta la gestión de fugas o recambios ante posibles contaminaciones. Ingenieros de Huawei han señalado que, si bien los incidentes son raros, requieren protocolos distintos a los habituales y técnicos muy formados. ¿Cómo se adaptan los equipos de soporte a esta nueva realidad? De hecho, existe debate sobre la durabilidad a largo plazo de ciertos plásticos y conectores, lo que obliga a una vigilancia casi artesanal. Queda claro que la promesa de sostenibilidad viene acompañada de retos técnicos y económicos a los que todavía se busca respuesta en el sector.

El futuro de la refrigeración por inmersión en centros de datos

Hablando del futuro de la refrigeración por inmersión, la verdad es que las expectativas son cada vez más altas. Las grandes tecnológicas ven en esta tecnología no solo una vía para reducir el consumo energético, sino una herramienta estratégica ante el auge de la inteligencia artificial y la escalada del procesamiento masivo. De hecho, empresas ya están implementando sistemas de inmersión que permiten densidades de servidores impensables hace unos años. Por supuesto, hay matices. No todos los ingenieros ven clara su implantación universal, pero las tendencias en centros de datos apuntan a que el aumento de la demanda —y las regulaciones ambientales— empujarán la adopción. Nuevas innovaciones en refrigeración, como fluidos biodegradables y diseños personalizados, abren un abanico de posibilidades que antes solo cabía en laboratorios. ¿Se impondrá del todo esta tecnología o convivirá con los sistemas tradicionales? El pulso está en marcha.

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