La concentración de dióxido de carbono supera 425 ppm y sigue subiendo. Recortar emisiones es vital, pero llega tarde para frenar el calentamiento que ya sentimos. Aquí entra la captura directa de CO2 del aire, un grupo de tecnologías que “aspiran” el gas allí donde está más diluido: la propia atmósfera. Ingenieros, inversores y gobiernos ven en esta solución una especie de seguro climático. ¿Realista o ciencia ficción? Desgranamos el potencial —y las sombras— de la tecnología de captura directa de CO2 del aire.
1. ¿Por qué necesitamos capturar CO₂ del aire?
Incluso con planes net-zero, la humanidad emitirá unos 10 Gt anuales en 2050. Las trayectorias del IPCC exigen remover entre 5 y 17 Gt de CO₂ cada año para no superar 1,5 °C. La captura directa de CO2 del aire (DAC, por sus siglas en inglés) surge como complemento a la reforestación: ocupa menos suelo, se instala donde haga falta y puede inyectar el CO₂ debajo de la tierra o transformarlo en material de construcción, como repasa Esade-Do Better en su radiografía de la tecnología.
2. Así funciona una planta DAC
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Succión: grandes ventiladores hacen pasar aire por contactores.
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Adsorción/absorción: el CO₂ se fija a un sorbente sólido (MOFs, zeolitas) o líquido (hidróxidos).
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Regeneración: calor o vacío separan el gas puro y renuevan el sorbente.
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Almacenamiento o uso: el CO₂ se inyecta en formaciones geológicas o se usa para fabricar combustibles sintéticos.
El proyecto industrial catalán de doctorado que ensaya zeolitas de alta área específica ilustra la complejidad química y energética de cada paso. Sin embargo, los prototipos demuestran que la captura directa de CO2 del aire puede alcanzar consumos de 500–1 000 kWh por tonelada, la mitad que hace una década.
3. Cuánto costará atrapar el carbono
Hoy, una tonelada capturada roza los 600 €; demasiado para el mercado. Pero Deloitte calcula que, con economías de escala y calor residual, el precio caerá a 150 € en 2030. El MIT ya rebaja el coste del sorbente con un material que captura CO₂ sin perder eficiencia tras 1 000 ciclos, avance analizado en Green Home Press. Cuando esos números se crucen con impuestos al carbono de 200 €/t, la captura directa de CO2 del aire será negocio, no donación filantrópica.
4. ¿Es viable a gran escala? Pros y contras
Ventaja | Inconveniente |
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Flexibilidad geográfica, se coloca cerca de almacenamiento | Alto consumo energético si no se usa calor renovable |
Menor huella de agua y suelo que bosques artificiales | Materiales sorbentes aún caros y sujetos a desgaste |
Métrica clara: t CO₂ medidas en contador | Riesgo de distracción política (licencia para seguir emitiendo) |
Geoengineering Monitor recuerda que una planta DAC de 1 Mt exigiría varias hectáreas de superficie y mucha energía limpia; es viable si se combina con renovables a bajo coste y políticas de reducción estricta.
5. España en el tablero DAC
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Prototipo de 100 t/año en Tarragona con calor residual de una cementera.
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Proyecto de I+D industrial en Caldes de Montbui para integrar DAC en sistemas de climatización doméstica.
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Plan estatal de incentivos ligado a los fondos Next Generation, que cubre hasta el 45 % de la inversión en captura directa de CO2 del aire.
Además, investigaciones sobre almacenamiento subterráneo en rocas basálticas avanzan en la costa cantábrica, como detalla Green Home Press.
6. Mirando al 2040: sinergias necesarias
La tecnología de captura directa de CO2 del aire no es “bala de plata”. Necesita redes de tuberías, certificación de permanencia y renovables abundantes. La Agencia Internacional de la Energía indica que para 2050 requeriríamos 75 EJ adicionales de energía limpia si la DAC cubre 6 Gt. De ahí la urgencia de desplegar, en paralelo, electrificación eficiente y energías renovables que analizamos en nuestro especial solar 2035.
Conclusión
La captura directa de CO2 del aire puede convertirse en nuestro extintor climático, pero no funciona sola: precisa electricidad verde, almacenamiento seguro y compromiso político férreo. Apoyar la I+D, fijar precios al carbono y acelerar las renovables harán que esta tecnología pase de “plan B” a red de seguridad real. El tiempo corre; cada ppm cuenta.