Es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta la transición energética actual hacia fuentes renovables. Es la respuesta a la pregunta de cómo almacenar de forma eficiente toda la energía que es generada por los sistemas solares, eólicos o hidráulicos.
Estas fuentes, aunque limpias y sostenibles, tienen una característica importante que complica mucho su uso de manera constante: la intermitencia. El sol no siempre brilla, muchas veces hay nubosidad; y el viento, como tal, tampoco sopla siempre.
Para resolver los problemas se han desarrollado tecnologías de almacenamiento, como las baterías de iones de litio, que por el momento son las más populares. Pero hoy están surgiendo alternativas con como las baterías de hierro-aire.
Estas baterías no son un invento nuevo. De hecho, en los años 70 se exploraron sus posibilidades. Sin embargo, los avances hasta habían sido escasos para implementarlos de forma real. Hoy, gracias a empresas como la estadounidense Form Energy, se han rediseñado y se han optimizado para operar a gran escala, sobre todo en redes eléctricas que dependen de fuentes renovables.
¿Cómo funcionan las baterías de hierro-aire?
El principio de estas baterías es la oxidación reversible del hierro. ¿Qué quiere decir esto? Que durante la descarga, el hierro se oxida al entrar en contacto con el oxígeno del aire, eso es lo que produce óxido de hierro y se libera energía.
Para recargarse se aplica una corriente que invierte la reacción: el óxido se reduce a hierro y se libera oxígeno.
El proceso es electroquímico y se basa en una celda metal-aire donde el conocido como ánodo está hecho de hierro y el cátodo extrae oxígeno del aire. Se emplea una solución acuosa como electrolito.
¿Por qué son una alternativa que realmente promete?
Form Energy afirma que sus baterías pueden almacenar energía durante más de 100 horas seguidas, es decir, más de cuatro días, y todo ello con un coste hasta diez veces menor que el de las baterías de iones de litio actuales. Es toda una ventaja para asegurar el suministro en condiciones meteorológicas desfavorables, permitiendo una generación de energía renovable continua y confiable.
Además de ser baratas y fabricadas con materiales abundantes, las baterías de hierro-aire son escalables: puede crecer con el tiempo. Son también seguras y versátiles, aunque el tamaño es mayor que el de las baterías de siempre. Por eso están pensadas para aplicaciones estacionarias, como el almacenamiento en plantas solares y no para dispositivos móviles o vehículo.
El impacto en la transición energética
La intermitencia de las fuentes renovables es una de las razones por las que aún se recurre a tecnologías contaminantes como el gas natural o el carbón. Las baterías de hierro-aire podrían eliminar esa necesidad permitiendo una red mucho más limpia y confiable.
Su implementación ofrecería una solución de almacenamiento, algo que las baterías de litio aún no pueden garantizar. Aunque esta tecnología está en sus primeras fases, el interés de grandes inversores dice que podríamos estar ante uno de los avances más relevantes del sector energético.
Una revolución que puede dar a la energía limpia el impulso para liderar el futuro. Un futuro que todos queremos llegar a ver. Y es que no es causalidad que cada vez haya mas personas que lo que buscas en no ir de nuevo al fuego como medio de energía. Sino de poder usar toda la tecnología que tenemos para hacer una energía limpia y como suele pasar siempre, la naturaleza tiene mucho que decir en todo esto. Es por tanto una forma de vivir y de consumir la energía diferente. Una nueva forma de que todo marche como siempre ha debido de marchar.