La tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero generados por los humanos proviene de actividades relacionadas con la producción y el suministro de alimentos. Por ello, todos tenemos el potencial de disminuir la huella de carbono siguiendo algunas pautas en nuestra alimentación. En las siguientes líneas te indicamos cómo ajustar tu alimentación para reducir tus emisiones, empleando las llamadas dietas climáticas o dietas sostenibles.
El impacto de la alimentación en el cambio climático global
Cada vez que hablamos de la marca de la alimentación humana en el cambio climático global, centramos la atención en los productos de origen animal. Ocurre que este subsector representa alrededor del 60% de la huella de carbono generada en la producción y distribución de alimentos. Ello, a pesar de que solo proporciona alrededor del 20% de las calorías y el 40% de las proteínas que requerimos.
La actividad ganadera, especialmente la de carne de vacuno, produce mucho metano. Este gas tiene un efecto por unidad de masa que equivale al 86% del efecto del dióxido de carbono. Adicionalmente, la producción pecuaria requiere gran cantidad de tierra, agua y otros recursos necesarios para la cría, lo que se suma a su impacto ambiental.
Por otra parte, muchos de los productos que consumimos se producen en regiones apartadas de nuestros hogares, incluso en otros continentes. Luego, hay que trasladarlos largas distancias y mantenerlos en condiciones adecuadas. Esto incluye, en muchos casos, refrigeración, lo que implica un consumo energético considerable. Para muestra, un botón: se estima que los productos locales poseen entre 5 y 40 veces menor huella de carbono que los importados.
Dietas climáticas o dietas sostenibles
En 2010, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) definió las dietas sostenibles como aquellas que poseen un bajo impacto ambiental y contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional. En otras palabras, una dieta climática aborda problemas nutricionales como la desnutrición y la obesidad, así como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Aunque muchos relacionan las dietas climáticas con las dietas veganas, estas son diferentes. De hecho, la mayoría de las dietas sostenibles incluyen el consumo de carne, lácteos y huevos, aunque en proporciones reducidas.
Cómo ajustar tu alimentación para reducir las emisiones
A continuación, te damos una serie de recomendaciones para que puedas generar tus propias dietas climáticas, ajustadas a tus gustos y necesidades.
La principal acción que debes tomar es disminuir el consumo de carne vacuna o roja. Puedes reducir su consumo o sustituir la carne de ternera por pollo o cerdo, ya que el segundo grupo de alimentos produce la mitad de las emisiones que el señalado en primer lugar. Por otra parte, considera las alternativas vegetales a la leche, como bebidas de avena, almendras o soja.
Recuerda, no se trata de volverse vegano, sino de moderar el consumo de la carne roja y la leche, sustituyéndola parcialmente por fuentes de nutrientes incluso más beneficiosas para tu salud. Los frutos secos, el tofu y las legumbres (lentejas, garbanzos, etc.) son excelentes fuentes de proteínas, fibra y nutrientes, y su cultivo es mucho más sostenible.
La segunda acción es modificar tus hábitos de consumo para dar prioridad a los alimentos locales y de temporada. De esta forma adquirirás productos que requieren menos transporte y gasto de conservación y almacenamiento y, por ello, tendrán una menor huella de carbono. Así colaborarás con los productores de tu localidad mientras ingieres productos más sanos y frescos.
Por último, reduce al mínimo los alimentos ultraprocesados. Ellos no solo requieren mayor energía para procesarlos, sino que suelen presentar cadenas de suministro más largas. Además, vienen con varias capas de envoltorios, muchos de ellos plásticos, por lo que resultan muy contaminantes.
Antes de despedirnos, no olvides que los residuos de los alimentos también pueden impactar negativamente al ambiente. Por ello, si está a tu alcance, úsalos para transformarlos en tu propio abono a través de un compostero.
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