La economía circula exige la constante búsquedas de nuevos usos para nuestros desechos. Hasta ahora, hemos reciclado el papel principalmente para generar cartón o papeles de menor calidad, lo que implica cierta pérdida de la valía en esta actividad. Afortunadamente, el aislamiento de celulosa proyectada nos trae la promesa de reciclar papel para ahorrar energía, mientras añadimos valor.
Desde los inicios de nuestra civilización, aprendimos a usar diferentes materiales para asilar nuestros hogares y crear espacios habitables más confortables. Esta capacidad ha sido la que nos ha permitido la conquista del planeta Tierra, permitiéndonos habitar diferentes climas.
Lamentablemente para los ecosistema, en años recientes los polímeros se han convertido en el material dominante en el aislamiento térmico. Su elevada huella de carbono se une al hecho de que resultan altamente contaminantes.
Por otra parte, en la década de los 80 del pasado siglo, el reciclaje del papel se transformó en una necesidad de nuestra sociedad industrializada. Con el crecimiento de los medios impresos y de los productos de embalajes, la presión sobre nuestros recursos forestales se incrementó notablemente. Reciclar el papel se hizo, desde entonces, indispensable.
Si bien la realidad actual es que los medios electrónicos (internet) han llevado a los impresos casi a su desaparición, el intercambio comercial mundial se ha incrementado. Y con ello, la demanda de cartón y otros productos de celulosa para la fabricación de embalajes. Por lo tanto, sigue aún vigente la necesidad de reciclar este tipo de materiales.
Aislamiento de celulosa proyectada
El aislamiento de celulosa proyectada es una solución que permite agregar mucho valor al reciclaje del papel y similares. Está mayormente compuesta, alrededor de un 85%, por fibras de papel y cartón reciclados. También contiene sales bóricas, que no solo mantienen a raya el moho y las plagas, sino que igualmente brindan una seguridad extra ante el fuego.
Este aislamiento se obtiene mediante un proceso muy ingenioso: se tritura el papel y el cartón a reciclar, se eliminan las impurezas y se trituran. Luego se cortan en pequeñas tiras y se mezclan con las sales bóricas. Por último, la mezcla se compacta en bloques o cualquier otra presentación que permita su posterior proyección.
La sencillez del proceso productivo del aislamiento de celulosa proyectada se traduce en varias ventajas. La primera es que su materia prima es un producto de desecho, por lo que resulta muy económica. Otra es que genera poco desperdicio y posee una baja huella hídrica. Y la más importante es que se consume menos energía en su producción en comparación con otros aislantes.
Pero ningún producto incrustado dentro de una economía circular puede ser exitoso si no otorga beneficios al consumidor. En este caso, el principal beneficio es su alta relación capacidad aislante/costo.
Durante el verano, la celulosa proyectada reduce la ganancia de calor, conservando el frescor hasta por 12 horas. Por otra parte, durante el invierno este material disminuye las pérdidas de calor, manteniendo una temperatura agradable. Se obtiene así un importante ahorro en el consumo energético demandado por la calefacción y el aire acondicionado.
Otro aspecto positivo es su versatilidad al momento de su instalación. La proyección permite insuflar en seco en las cavidades de las paredes o techos. Así, se puede crear una capa continua y uniforme que sella juntas y huecos, eliminando los indeseables puentes térmicos. De esta forma, se obtiene un confinamiento térmico efectivo en cada rincón del hogar.
El aislamiento de celulosa proyectada destaca igualmente por su alta vida útil, estimada en más de 50 años. La combinación de un relativo bajo costo de instalación y su larga durabilidad lo convierte en una de las soluciones de aislamiento más económica.
Por último, esta tecnología de aislamiento emplea un material ecológico y biodegradable, contribuyendo a la reducción de la huella de carbono. Sobre todo, cuando se considera que es una opción que sustituye el empleo de materiales poliméricos, que son altamente contaminantes.
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