Imagina un parque solar, pero sobre el agua. Esta novedosa propuesta, conocida como islas solares flotantes, es ideal para países como España, donde abundan las horas de sol y los embalses. Nos permite revolucionar cómo generamos electricidad sin tocar un solo metro de suelo.
La idea es tan elemental como genial: montar estructuras fotovoltaicas sobre plataformas ancladas en embalses, lagos o balsas de riego. Estos terrenos ya se encuentran ocupados por el agua y, por ello, no requieren ocupar nuevas tierras. Pero lo verdaderamente fascinante está en los detalles de esta novedosa propuesta.
El agua enfría los paneles de forma natural, aumentando su eficiencia hasta un 10% respecto a los instalados en tierra. Además, al cubrir parte de la superficie, reducen la evaporación —un salvavidas en regiones áridas, donde cada gota cuenta. ¿El resultado? Energía limpia y conservación hídrica en un solo movimiento.
España, el laboratorio perfecto para la energía flotante
No es casualidad que Extremadura albergue una de las mayores plantas flotantes de Europa: Sierra Brava, con 12.000 paneles sobre el agua. O que Endesa esté probando prototipos en los embalses de Cataluña. ¡Es impresionante el potencial de la península ibérica!
De acuerdo con una investigación del IDAE, si únicamente el 5% de las superficies de los embalses españoles fuera revestida con paneles flotantes, se produciría la electricidad necesaria para alimentar a 1,5 millones de viviendas. Todo ello sin que se necesite ocupar terrenos agrícolas ni parques naturales.
Pero este pastel posee una extraordinaria guinda. Se puede combinar con la generación de hidrógeno verde, permitiendo integrar energía hidroeléctrica y fotovoltaica en un único espacio. De hecho, ya se está experimentado a escala con esta tecnología de generación de energía verde.
Como suele suceder, no todo es perfecto con esta tecnología. Existe el riesgo que la vida subacuática sea afectada por la sombra producida por las islas solares flotantes. Por ello, la mayoría de las autoridades locales han optado por limitar la extensión ocupada por aquellas, en un rango que varías entre 5% y un 15% del área del embalse. Se espera que esta medida minimice los efectos negativos en los sistemas subacuáticos y potencie su uso por las aves como refugio.
Por otra parte, los costes, aunque en caída libre, aún son más altos que los de las plantas terrestres. Pero la escalabilidad lo cambia todo: a mayor tamaño, menor precio por MW. Y con la tecnología avanzando a ritmo de vértigo, la paridad de costes está más cerca que nunca.
Mientras países como China instalan gigantescas granjas flotantes—la de Anhui produce 150 MW—, en Europa se avanza a paso lento. El marco regulatorio aún es difuso, y falta impulso público. Por ejemplo, en España, el gobierno vasco apenas recién ha iniciado la regulación de la instalación de parques solares en sus embalses. Se espera que esta y otras iniciativas similares permitan el repunte de las islas solares flotantes en el continente europeo.
En España, el PNIEC 2021-2030, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, permite la realización de proyectos innovadores. Y en esta onda, empresas como Iberdrola y Acciona ya están realizando inversiones. Luego, la energía flotante ya no es un sueño, sino una realidad.
Y aquí se presenta el hecho esclarecedor: si el 10% de los embalses de España implementara esta tecnología, se economizarían 300 hectómetros cúbicos de agua anualmente. Para ponerlo en contexto, ¡eso representa el volumen de agua necesario para cubrir 120.000 piscinas olímpicas!
Como puedes apreciar, las islas solares flotantes, más que alternativa, representan una evolución en la generación de energía limpia. Permiten emplear las grandes superficies inundadas por nuestros embalses y lagos como el nuevo territorio solar. Países como España, con su red de embalses con alta incidencia de luz solar tiene la oportunidad de liderar este cambio. La energía limpia que nos permite sonar con un futuro sostenible no solo brilla, sino que flota.