Reducir el riesgo de cáncer es, sin duda, uno de los objetivos más significativos cuando buscamos introducir hábitos saludables en nuestra cotidianidad. Si bien no podemos erradicar por completo la posibilidad de enfrentarnos con el cáncer en algún momento de nuestra vida, podemos cuidarnos al máximo.
El cáncer es una de las principales causas de mortalidad en el mundo, pero la ciencia ha demostrado que ciertos hábitos sí logran reducir su riesgo. Es por esto que adoptar estilos de vida más equilibrados funciona como protección contra esta enfermedad. Además, mejora nuestro bienestar y calidad de vida en general.
La alimentación: una aliada para reducir el riesgo de cáncer
Si los alimentos que consumimos son los nutrientes que recargan nuestro cuerpo y le permiten funcionar adecuadamente ¿cómo ignorar el poder de reducir el riesgo de cáncer por medio de ellos? No es un secreto que lo que comemos influye directamente en nuestra salud, la evidencia científica lo ha comprobado en repetidas ocasiones.
Es por esto que seguir una dieta balanceada es indispensable para fortalecer nuestro sistema inmunológico. Además, muchas enfermedades, no solo el cáncer, se nutren a la par que nuestro cuerpo de los alimentos que consumimos. Por lo que algunos consejos clave incluyen:
- Priorizar alimentos ricos en antioxidantes, como brócoli, bayas y espinacas.
- Reducir el consumo de carnes procesadas y embutidos, que han sido vinculados con el cáncer colorrectal.
- Evitar el exceso de azúcar y harinas refinadas.
Además, investigaciones recientes sugieren que el té y el café pueden tener un efecto protector contra ciertos tipos de cáncer, como el de cabeza y cuello. Según un estudio publicado en The Guardian, estas bebidas contienen compuestos bioactivos.
La importancia de la actividad física
El sedentarismo es un enemigo silencioso cuando se trata de nuestra salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 150 minutos de actividad física moderada semanalmente para disminuir el riesgo de enfermedades. Mantenernos activos ayuda a regular hormonas como el estrógeno y la insulina, que pueden influir en el desarrollo de células cancerígenas.
Entre las recomendaciones más frecuentes tenemos:
- Realizar al menos 30 minutos al día de ejercicio cinco veces por semana.
- Incorporar actividades como caminar, hacer pilates o practicar yoga.
- Reducir el tiempo sedentario, evitando estar largas horas sentado.
Dependiendo de nuestra condición física y si existe alguna dificultad especifica, podemos ajustar y adaptar estas recomendaciones. También es recomendable visitar a un especialista para planes de movilidad más específicos y adecuados. Recordemos que la actividad física es indispensable para nuestra salud general.
Evitemos el tabaco y alcohol en exceso
Si hay algo que está claro en la ciencia, es que fumar es uno de los mayores factores de riesgo para el cáncer. El tabaco está vinculado a más de 15 tipos de cáncer, incluidos el de pulmón, boca y esófago. Dejar de fumar no solo mejora la salud pulmonar, sino que además ayuda a reducir el riesgo de cáncer de manera significativa.
Por otro lado, el alcohol en exceso también ha sido relacionado con un mayor riesgo de cáncer de hígado, mama y esófago. Moderar su consumo, o evitarlo por completo, puede marcar una gran diferencia en la salud a largo plazo.
Un estilo de vida que suma para reducir el riesgo de cáncer
Adoptar hábitos saludables en la vida cotidiana es una estrategia efectiva para reducir el riesgo de cáncer y mejorar nuestro bienestar general. Desde mantener una alimentación equilibrada hasta evitar el tabaco, cada pequeño cambio puede marcar una gran diferencia. Te recomendamos conocer también Alimentos locales: beneficios para tu mesa y el medio ambiente.