Son un clásico en nuestro país, las estufas de leña. Precisamente respecto a ellas se ha abierto un fuerte debate en Europa que plantea medidas mucho más estrictas para este sistema de calefacción. Y, aunque el proyecto inicial debería de haber sido presentado en Bruselas el pasado día 12, la oposición ha hecho que se retrasara.
¿Adiós a las estufas de leña en 2027?
La propuesta es simple, pero dura: unas normas tan estrictas que muchos ahora mismo temen que a partir del 2027 la mayoría de las estufas de leña digan adiós.
Uno de los cambios más importantes es la reducción en los límites de emisiones de CO₂ de 1.500 a 500 mg/m³. Y no solo esto, también de partículas en suspensión de 40 a 28 mg/m³. Según el presidente de la Asociación Alemana de Fabricantes de Estufas, es algo prácticamente imposible de hacer esto.
Además, la normativa exige que estos sistemas de calefacción tengan una regulación automática, esto va a impedir que funcionen sin electricidad. Algo que supone un inconveniente para personas que viven en zonas rurales donde el acceso a una red eléctrica estable es más bien limitado o demasiado caro.
Oposición de países como Alemania y República Checa
Ante lo que ya es, miedo a que la medida llegue a eliminar muchos modelos de estufas y que los precios suban, muchos países han manifestado de manera expresa su oposición. En República Checa, Lukáš Vlček ha señalado que la normativa puede ser un desastre para casas y empresas, por lo que van a presionar para que se revise la propuesta. Además, el eurodiputado alemán Peter Liese ha afirmado que los sistemas de calefacción con biomasa son clave en la transición energética, rechazando algo que le pone en peligro.
Debido a esta oposición, la Comisión Europea ha decidido posponer más la reunión prevista para el 12 de febrero, diciendo que es necesario seguir haciendo más análisis para ver qué medidas se pueden y cuáles no se pueden tomar.
Regulaciones ambientales más estrictas
Desde el 1 de enero de 2022, ha entrado en vigor la normativa EcoDesign. ¿Qué quiere decir? Esta normativa exige que los sistemas de calefacción a leña cumplan con algunos requisitos de eficiencia energética, así como de límites de emisiones.
Sin embargo, la propuesta busca endurecer aún más los límites, algo que preocupa tanto a fabricantes como a los propios consumidores. De llevarse a cabo la propuesta, muchos hogares podrían verse obligados a buscar otras fuentes de calor más caras, como la electricidad o el gas, haciendo que el hecho de calentarse, cada vez sea más caro.
Un golpe para el mundo rural y el sector forestal
En muchas zonas más rurales, la leña es la principal fuente de calor, ya que acceder, por ejemplo, al gas, puede ser imposible porque no tiene infraestructura o simplemente, porque es muy caro. Además, el sector de la biomasa y de la leña genera muchos empleos. Si no se necesita tanta de leña puede llevar a la quiebra a muchos pequeños productores, afectando mucho a la economía de la zona. Además, si la demanda de leña disminuye, los residuos forestales podrían acumularse y eso se traduce en algo: más incendios.
Y es que… No todo vale. Aunque el objetivo de reducir las emisiones es clave en la lucha contra el cambio climático, la normativa debe considerar todos los puntos de vista, incluyendo el que atañe a la vida de las personas. Sin alternativas viables y accesibles, la medida podría perjudicar a miles de personas y poner en riesgo el equilibrio energético de muchas regiones.