Hace una década, pensar en un hogar con electrodomésticos comunicándose entre si y sensores indagando las posibles necesidades de sus ocupantes parecía ciencia ficción. Pero justo ahora, el internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) permite hacer precisamente eso: conectar objetos cotidianos a internet, permitiéndoles intercambiar datos y automatizar tareas. A continuación, te indicamos cómo esta tecnología está abriendo una nueva frontera en nuestra sociedad.
¿Qué es IoT?
El IoT se basa en la conexión de dispositivos a internet a través de sensores y programas informáticos. Estos sensores recopilan datos del entorno, que luego se envían a la nube para su análisis. A partir de ahí, se toman decisiones y se envían instrucciones a los dispositivos para que actúen en consecuencia. En pocas palabras, hay un cerebro central que coordina todas las acciones de los objetos conectados.
En las aplicaciones domésticas, el internet de las cosas es como tener un mayordomo o una ama de llaves omnipresente en tu hogar, que administra eficientemente tu hogar. Así, si tu nevera detecta que algunos alimentos se están agotando, realiza automáticamente su compra online. Y si tu sistema de iluminación ve la oportunidad de aprovechar la luz natural, automáticamente ajusta su intensidad y abre las persianas, ahorrando energía.
El IoT también permite que nuestros coches sean capaces de comunicarse con su entorno, intercambiando datos con otros dispositivos, infraestructuras y servicios. Así puede indicarte el estado del tráfico en tiempo real o ajustar la climatización automáticamente según tus preferencias. Incluso puede comunicarse con el sistema de climatización de tu hogar para indicarle que ajuste la temperatura para que sea confortable al momento de tu arribo.
La nueva frontera que abre el IoT
Además de las aplicaciones antes indicadas, el IoT posee otras que prometen revolucionar el futuro de nuestra sociedad. Así, en el urbanismo se está desarrollando el concepto de ciudad inteligente (smart city), que es un área urbana donde el internet de las cosas se emplea para su gestión eficiente. Por ejemplo, se utilizan sistemas de iluminación pública que se adaptan al tráfico, contenedores de basura que avisan cuando están llenos o sensores que monitorizan la calidad del aire. Esto en pro de mejorar la calidad de vida de sus habitantes, la eficiencia de sus servicios y la sostenibilidad de su desarrollo.
En el campo energético, el IoT está impulsando el desarrollo de las redes inteligentes (smart grids), que permiten una distribución de energía más eficiente y sostenible. Estas redes pueden detectar y solucionar problemas de forma remota, lo que reduce los cortes de suministro y mejora la calidad del servicio.
En el sector industrial, en el que el IoT se conoce como IIoT o industria 4.0, esto ha significado toda una revolución, mejorando significativamente tanto la eficiencia de los procesos como los productos. Por ejemplo, nos permite contar con maquinaria que se auto-diagnostica y se repara antes de que falle y sistemas de control de calidad que detectan defectos en tiempo real. Y permite a los robots industriales, que suelen realizar las tareas repetitivas y peligrosas, estar conectados entre sí para trabajar de forma automatizada.
La agricultura de precisión o agricultura inteligente no es otra cosa que la aplicación del internet de las cosas en dicho ramo. Ella proporciona a los agricultores un conjunto de herramientas requeridas para tomar decisiones más informadas y precisas, optimizar el uso de los recursos y mejorar la sostenibilidad de sus prácticas. Lo que se traduce en el aumento de la productividad y la eficiencia, la mejora de la calidad y la seguridad de los alimentos y la reducción del impacto ambiental.
Aunque el IoT aún está en sus primeras etapas, su potencial es enorme. Se espera que en los próximos años veamos una explosión de dispositivos conectados, desde coches autónomos hasta ropa inteligente. Y es que, si lo piensas bien, estamos ante una revolución que transformará todos los aspectos de nuestra vida.
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