Aunque no se aprecie a simple vista, existe una correlación tenue entre el cambio climático y la basura espacial. Pero, ¿cómo pueden los desechos ubicados en las órbitas terrestres bajas relacionarse con el clima de la Tierra? En este artículo te lo explicamos con lujo de detalles.
Cada día son más palpables para cualquier ciudadano los efectos del cambio climático. Las inundaciones, los incendios y las sequías cada año se hacen más extremos, lo que se traduce en un aumento en los precios de los productos agrícolas. Y muchas regiones del mundo, especialmente en Sudamérica, sufren de continuos apagones producto de la merma de la capacidad generativa de sus centrales hidroeléctricas.
Por otra parte, la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles parece no ir al ritmo necesario para mitigar efectivamente los efectos de los gases de efecto invernadero. Y muchas de las propuestas enfocadas con tal fin, como la transición hacia la movilidad eléctrica, están chocando contra una realidad económica: originan una pérdida de competitividad.
Sin embargo, las adversidades antes indicadas no han hecho mella en las iniciativas para reducir el calentamiento global, por una simple razón: puede ser que de ellas dependa nuestra propia supervivencia.
El cambio climático y la basura espacial
Ahora bien, en nuestro continuo combate para mitigar el cambio climático hemos hecho uso de una herramienta tecnológica poderosa: nuestros satélites espaciales. Con ellos podemos monitorear en tiempo real todo tipo de datos cruciales para esta lucha. El avance de la desertificación y la deforestación, el deshielo en los casquetes polares y las temperaturas de nuestros océanos están entre la información que nos otorgan. Con ella podemos generar modelos de comportamiento del clima, predecir los efectos de su cambio y tomar decisiones para mitigarlo.
Pero los satélites que orbitan nuestra Tierra se encuentran en un ambiente contaminado de desechos, que ponen en riesgo su integridad y funcionamiento. Incluso pequeñas partículas de chatarra de apenas unos centímetros de diámetro se transforman en el espacio en proyectiles mortales, debido a la energía cinética que significa la velocidad con la cual orbitan.
Los científicos de la NASA y otras agencias espaciales nos han advertido durante décadas sobre la reacción en cadena que puede desencadenarse en las órbitas terrestres bajas. Basta que un impacto entre una partícula de chatarra y un satélite produzca la destrucción del segundo, para que en un instante se generen miles de nuevas partículas de chatarra. Y estos nuevos detritos pueden a su vez colisionar con otros satélites, generando un ciclo destructivo.
Como si el problema anterior no fuese preocupante, un conflicto bélico puede significar el aumento desproporcionado de la basura espacial. Las potencias militares poseen armas destinadas a la destrucción de los satélites enemigos, por lo que cualquier guerra en la que participen puede aumentar drásticamente la chatarra que amenaza a todos los satélites en órbita.
Las agencias espaciales toman acciones sobre la basura espacial
La Agencia Espacial Europea recién propuso acciones para reducir radicalmente la probabilidad del impacto entre nuestros satélites y la basura espacial. Por otra parte, la agencia espacial estadounidense NASA recientemente hizo pública su estrategia de sostenibilidad espacial. El objetivo de ambas iniciativas es el mismo: evitar el abarrotamiento de desechos espaciales que contaminan la órbita de los satélites.
Por otra parte, diferentes agencias espaciales, incluyendo las dos antes mencionadas, están ideando tecnologías que permitan la recolección eficiente de la basura espacial. En principio, la idea es trasladar los desechos de gran tamaño hacia una órbita inferior, para que se desintegren al ingresar en la atmósfera. Quizás, en un futuro cercano, nos sentaremos a ver un espectáculo de estrellas fugaces, producido por la desintegración de alguna chatarra espacial.
En definitiva, la relación existente entre el cambio climático y la basura espacial nos recuerda cómo todas nuestras acciones están, en mayor o menor medida, interrelacionadas. Incluso el uso no sostenible del espacio por encima de nuestra estratosfera, el cual estamos llenando de basura, puede significar la pérdida de una tecnología aliada en la mitigación de los efectos del calentamiento global.
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