A ver, que levante la mano quien haya pensado últimamente en el suelo. No en el parquet de casa, claro. En el suelo real. El que pisamos fuera. Ese que parece que no hace nada, pero que lo hace todo: aguanta árboles, cultivos, bichos, raíces… y todo lo que comemos empieza ahí abajo.
Y claro, como no se ve, lo hemos ignorado durante años.
Pero ahora, por fin, se empieza a mover algo en serio. La Unión Europea ha dado luz verde a una ley del suelo. Sí, una ley pensada solo para proteger, vigilar y restaurar los suelos. Y aunque suene técnico, esto nos toca a todos. A ti, a mí, a los agricultores, y a cualquier persona que dependa de la tierra. O sea: todos.
¿Y por qué esta ley ahora?
Pues básicamente porque el suelo está fatal. En muchos sitios de Europa, y especialmente en España, el suelo está desgastado, seco, lleno de químicos o directamente muerto. No tiene nutrientes, no retiene agua, no da vida. Y claro, si el suelo deja de funcionar, todo lo que viene después se cae.
Según datos de la UE, más del 60 % de los suelos europeos están degradados. Algunos, irrecuperables. En España, en zonas como Andalucía, Castilla-La Mancha o Murcia, se habla de desertificación directa. Es decir: perder el suelo. Literalmente.
Por eso, la legislación para proteger los suelos agrícolas no es un capricho verde. Es un paso necesario.
¿Qué dice esta nueva ley del suelo?
A grandes rasgos, marca cuatro ideas principales:
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Definir qué es un suelo sano (porque ni siquiera eso estaba claro).
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Crear sistemas de seguimiento en todos los países: lo que no se mide, no se cuida.
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Restaurar suelos degradados, con planes concretos, no solo promesas.
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Integrar el cuidado del suelo en otras políticas: agricultura, agua, urbanismo…
No es que se vayan a plantar flores y ya está. Se trata de cambiar cómo se gestiona la tierra. Cómo se cultiva. Cómo se reforesta. Cómo se protege lo poco que queda fértil.
¿Y esto nos afecta en el día a día?
Sí, aunque no lo notes al principio. Si esto se hace bien, a medio plazo vamos a ver:
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Cultivos más sanos sin usar tantos fertilizantes
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Menos riesgo de inundaciones o incendios
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Mejor calidad del aire en zonas rurales
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Alimentos más sostenibles y menos contaminados
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Más árboles, más raíces, más agua retenida en el terreno
Y si no se hace… pues más de lo mismo. Suelos muertos. Campos sin futuro.
España: uno de los países que más tiene que ponerse las pilas
En muchos sitios de España el suelo ya no es tierra. Es polvo. Polvo que se va con el viento, como pasa en algunas partes de Almería o Toledo. Y esto no es alarmismo: es lo que hay.
Esta nueva ley del suelo obliga a que cada Estado haga un inventario real de cómo están sus terrenos. Que actúe en las zonas más degradadas. Que recupere lo que se pueda y proteja lo que aún está bien.
Además, los suelos van a entrar en el radar de las ayudas agrícolas. Las subvenciones de la PAC, por ejemplo, podrían empezar a tener en cuenta si estás cuidando el suelo o no.
¿Y yo qué puedo hacer?
No hace falta tener una finca para hacer algo útil. Puedes consumir productos que vengan de agricultura regenerativa, ecológica o local. Apoyar a proyectos que restauran el suelo. Y por supuesto, informarte. Ya eso ayuda.
Y en casa, podés reducir tu huella: desde usar menos energía fantasma hasta seguir una línea de consumo responsable, que también protege indirectamente el suelo.
Conclusión
El suelo no se ve. No se escucha. No se queja. Pero sin él, no hay nada.
Por eso esta ley del suelo es más importante de lo que parece. Porque protege algo que parece pequeño, pero que lo sostiene todo.